Los otros días, el ateneo Gaditano entregó los premios Gaditanos del Año. Por supuesto, nada que objetar por las personas elegidas, porque una entidad privada tiene derecho a premiar a quien le dé la gana. Pero quizá no deberían explicar por qué premian a determinadas personas; o, por lo menos, pensar muy bien qué se va a decir para justificar determinados premios. Me explico: con el premio destinado al Selu, he creído entender que se lo daban, más o menos, “por pasear el humor gaditano por toda España”; y la pregunta que yo me hago es ¿Qué es el humor gaditano? ¿Existe un humor gaditano, una mala leche gaditana, una forma de robar gaditana o un modelo de suicidio gaditano? Porque si eso es así, significaría que todos los gaditanos lo tendríamos. ¿Todos tenemos la gracia del Selu? Yo, desde luego, no. Y miles de gaditanos que conozco, tampoco. Entonces ¿Qué es lo que pasea el Selu por España? “Su” humor y “su” arte; y que nadie quiera apuntarse tantos a costa de él.
La cosa es que siempre pasa lo mismo: alguien suelta un golpe gracioso y siempre hay uno que dice: “Qué arte hay en Cádiz”. A partir de ese momento, el que ha dicho eso se pone a la altura del que ha tenido la gracia. Ha convertido en colectivo algo personal y único. ¿Tendríamos que decir que Picasso ha paseado el arte de Málaga por el mundo? ¿Y Falla el arte de Cádiz?
El arte no existe; por lo tanto no puede ser colectivo; existen personas con arte; unas con más y otras con menos; y lo mismo debemos decir del humor. El Selu tiene mucha gracia y nadie tiene que aprovecharse de ella; es suya, no de Cádiz ni los gaditanos.