Ser gaditano no significa participar en una competición para dilucidar quién cumple con más condiciones para serlo.
Tampoco significa que a uno le tenga que gustar todo lo de Cádiz; porque la mayoría de las manifestaciones culturales y lúdicas, son inventos de alguien en un momento determinado. Y si ese alguien, en su momento, tuvo seguidores, es posible que también tuviera detractores; y tanto unos como otros, se mantienen durante la Historia.
Ejemplo: Este año se está hablando de hacer un fin de semana carnavalesco en julio. Bien: esa idea tiene seguidores y detractores y ambos son gaditanos. Supongamos que llegue a celebrarse ese acontecimiento y que se repita varios años (como el Carnaval Chiquito) y se constituya como tradición. Dentro de diez años, seguirá teniendo seguidores y detractores, y así hasta el final de los Tiempos ¿Quiere decir eso que los partidarios de esa fiesta son muy gaditanos y los detractores no? En absoluto: los dos tienen el mismo privilegio de llamarse gaditano (si eso es un privilegio, claro) y de presumir.
Ser gaditano significa cuidar de su tierra, respetar a sus paisanos (en cuanto a paisanos: a la gente mala no hay que respetarla sea de donde sea) y tener espíritu crítico a sabiendas de que una vez estaremos acertados y otras equivocados en nuestros gustos y nuestras opiniones. Nada más. Nadie nos obliga (ni nos debe obligar) a que nos guste forzosamente el Carnaval, los Juanillos, la Catedral, las caballas con fideos o el Cádiz.
Se puede ser el más gaditano y, al mismo tiempo, tenerle odio al Corpus. Nada tiene que ver una cosa con la otra. Salud.