No me cansaré de decirlo: los obreros (es decir, los que trabajamos a cambio de salario, sueldo o jornal), lo que tenemos que hacer es trabajar, ayudar al país y nunca dar mala imagen con protestas, manifestaciones, cortes de tráfico y carajotadas de esas que no conducen a nada bueno; sólo a que nos miren mal desde el extranjero.
La imagen que proyectemos al exterior, debe ser pulcra e intachable para que a los otros países y a la Prensa Internacional, podamos dirigirnos sin complejos y pedirles disculpas por los fallitos sin importancia que tienen otros que no son obreros, pero que también dan la cara para superar esto que nos está pasando por culpa nuestra más que nada. De modo que tenemos que pedir un poco de consideración para los del caso Gürtel, para los que han construido aeropuertos sin aviones, para los que indultan a alcaldes corruptos, para los que legalizan viviendas y hoteles ilegales, para los que gastan el dinero público en viajes de placer, para los que se hacen monumentos a sí mismo, para los jueces que no creen que la Infanta tenga que declarar en un sucio asunto de su marido, para los que dicen que los ricos no tienen que arrimar el hombro para sacar España de la ruina, para los que no sienten complejos al aplaudir unas medidas económicas que sólo afectan a los que menos tienen o decir “Que se jodan” a los parados que pierden su ayuda económica; para los que asisten al hundimiento de un banco (y con él todo el país), y ven bien que ni se investigue de oficio por la Justicia ni se cree una comisión parlamentaria de investigación… Y un etcétera más o menos largo que, en suma, son pequeños pecados que no tienen, por supuesto, la repercusión negativa que puede tener un corte de tráfico o una huelga del personal de la basura.