Señor presidente: Como sé que estará muy ocupado y, por tanto, con muchas cosas en la cabeza en estos tiempos convulsos, al mismo tiempo que comprendo sus olvidos, se los hago saber:
Ha tomado usted unas inteligentes medidas para tratar de salvar a España de las deudas. Tanto que hasta Obama le ha felicitado y está Ud. siendo el ejemplo de Europa. Por eso quiero decirle que los obreros de este país estamos satisfechos de que cuente con nosotros para ayudarle; y aunque al final nadie nos lo agradezca, como siempre, no nos quitarán el orgullo de decir que (otra vez) hemos salvado a España. Pero estas medidas aún son insuficientes y por eso estoy aquí; para cooperar.
Por ejemplo: ¿Se ha enterado de que los funcionarios tienen ¡cuatro pagas!? Pues ahí tiene un pellizquito. ¿No cree que los dos meses de vacaciones de los maestros son excesivos y que uno de los dos lo deberían dedicar a trabajos sociales (por supuesto sin emolumentos) para que nos ahorremos tantos jardineros y tantos guardas de seguridad? ¿No es lógico que todo el que haya cobrado ese dinero que usted puso (en un desliz que tuvo) por niño nacido lo devolviera? ¿No es un contra dios que usted obligue a los albañiles, los mineros y gente así, a jubilarse tan jóvenes, con el coraje que les da si ellos quieren seguir hasta los 70 años?
Señor Presidente: no me agradezca que le recuerde estos pequeños olvidos; tengo más, pero le iré refrescando la memoria poco a poco; verá lo bien que vamos a poner España.
A los grandes capitalistas no tiene Ud. por qué molestarlos: aprenda de la derecha, que de estas cosas sabe más que nadie; ellos tienen demasiado con buscar bancos por ahí para poner a salvo su dinero; que cada vez está la cosa más difícil y hay muchos chivatos. Además, si se les aprieta algo, se van de aquí; y sin ricos, España sería un país sin glamour y triste.
Siga como va; de aquí a nada ya estará Rajoy de acuerdo con usted en todo, porque todo lo que ha protestado era porque Ud. se estaba yendo muy a la izquierda; en el momento en que Ud. empiece a tomar el camino que le marcan los poderes económicos, que son los que llevan razón, él se pone a su lado.
El camino todavía es duro y quedará mucha gente en la cuneta, pero somos muchos y no hay que preocuparse de las pérdidas. Fíjese que en otra época que muchos están echando de menos, murieron un millón de españoles; pero como ninguno era importante, no pasó nada. Incluso tuvimos gente para mandar a levantar a otros países.
Duerma tranquilo, Presidente: aquí estamos los obreros para lo que haga falta.