Con respecto a la asistencia de nuestro alcalde a los actos
religiosos, se está debatiendo mucho. Y hay gente que dice que está bien que
vaya a ellos, gente que dice que está mal y gente que dice que está obligado.
Yo digo que una cosa es que quiera ir por su cuenta y otra, que deba.
Yo digo que una cosa es que quiera ir por su cuenta y otra, que deba.
El alcalde no tiene por qué sentirse obligado a asistir a un
acto religioso se pongan los católicos como se pongan. Que sabemos
empíricamente que se van a poner mal porque eso forma parte de su soberbia.
A mí me llama la atención que con todo lo que han acusado
los fachas (y la siguen acusando) a esta gente de populista, ahora resulta que
ir a un acto religioso por estar 'con todos los gaditanos' no es populismo.
Yo quiero recordarle al alcalde que tenga en cuenta que los
fachas nunca hacen concesiones: son como son hasta el final; y sabemos por
experiencia que si tienen que sacar los tanques a la calle, los sacan. Así que
no sé por qué nosotros tenemos que contentar a todo el mundo.
Nadie ha gobernado para 'todos'. Todos los de derechas
gobiernan para los suyos y punto. ¿Acaso la 'Ley mordaza' es un bien para
todos? ¿Y la subida de impuestos? ¿Y el IVA cultural? ¿Y la congelación de
pensiones? ¿Y los regalos a los bancos?
Ya está bien de hacer el carajote: una vez que gana la
izquierda, tiene que gobernar para los de izquierdas. Es decir, para los que no
tenemos ni dioses. Y si no, que empiece el gobierno central a dar ejemplo y que
gobierne para los pobres; entonces lo seguiremos.
La religión es un invento. Nos viene por una institución que
se llama Iglesia que nada tiene que ver con la creencia en los dioses.
La iglesia aprovecha el temor de dios para crear un cuento
en el que un hipotético hijo de dios es crucificado en la Tierra porque su
padre lo manda a ella.
No voy a hablar ahora del negocio que, al mismo tiempo,
montó al socaire de ese temor; pero sí voy a decir que no ha tenido ningún
complejo en ir adaptándose a los tiempos según las necesidades de la gente y ha
ido cambiando su esencia a conveniencia del negocio.
A partir de ahí, el que quiera seguir creyendo en las
figuras que representan a ese hijo inventado, puede seguir haciéndolo; pero no
tiene por qué obligar a otros que no necesitan creer porque ni tienen temor a
los dioses ni, por supuesto, se creen el cuento.
Un partido de izquierdas con coherencia y sabiendo lo que
quiere y debe defender, no debe ser jerárquico: porque su esencia parte de la
premisa de que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos y
obligaciones; por lo tanto, no debe creer en una institución como la Iglesia,
en cuyo ADN figura la jerarquía como única forma de funcionamiento.
Y hasta aquí puedo hablar porque es lo único que me permite
mi corta cultura obrera.