Que los ricos son egoístas todos los sabemos. No sólo no agradecerán nunca el ser ricos gracias a nosotros; sino que procurarán siempre, por todos los medios, que en lugar de derechos, los obreros tengamos migajas en forma de dádivas caritativas. Lo peor viene cuando somos nosotros mismos quienes nos negamos esos derechos.
Se está hablando últimamente de la Residencia del Tiempo Libre y da repeluco las cosas que se leen en el Diario. Si ya molestó a los pudientes en su tiempo, que eso se construyera para que los jubilados andaluces viajaran por primera vez en su vida; ahora, que está cerrada, se pide, no que se rehabilite, sino que se haga un hotel. De nuevo nos recuerdan a los pobres que no tenemos derecho a disfrutar de un buen sitio. Y en cuanto a que se construyan oficinas de la Junta, también hay quienes dicen que los funcionarios no tienen derecho a trabajar con vistas al mar.
¿Dónde hay que construir oficinas para que los egoístas de siempre estén conformes? ¿con vistas al Infierno? ¿en un descampado inhóspito? ¿Les pondrán vendas en los ojos a los obreros de la playa para que no vean el mar? ¿A qué podemos aspirar si entre nosotros nos ponemos zancadillas? Hay un refrán que dice: “No hay peor cuña, que la de la misma madera”