He leído varias cartas al director del Diario sobre el cura que cogieron robando y el tratamiento que ha tenido en la Prensa.
Todas se quejan de que mientras a los chorizos se les oculta el nombre y se utilizan las iniciales, al cura le han dado un tratamiento vejatorio y han publicado, incluso, su cara en una foto. También coinciden todos en decir que nunca se acuerdan de la Iglesia con las cosas buenas que hace, pero que con las malas se despachan a gusto.
Queramos o no, un cura no es como una persona corriente; como no lo es un ministro, un cantante de moda o un torero; luego si da un traspié, tendrá, como es lógico, en esta sociedad que hemos fabricado entre todos, un tratamiento distinto al resto de los mortales. Y no es que yo lo vea bien, pero como a todos nos gusta disfrutar con lo que les ocurre a los famosos; no tenemos más remedio que aceptar que es noticia que cojan a un cura robando. Pero es que, además, es propagandista de los Mandamientos; luego está mucho más obligado que los demás a no infringir ninguno.
Por otro lado, Que la Iglesia haga cosas buenas no debería ser noticia; puesto que se fundó para eso; la noticia es que haga cosas malas. Así que cada vez que un cura cometa una tropelía, saldrá en los periódicos por mucho que se enfaden los católicos.