A lo peor es fruto de un estado cuasi paranoico; pero voy a exponer, con la mayor claridad que me permitan mis magros conocimientos lingüísticos, mi teoría sobre la situación actual.
Creo que todos sabemos que estamos en manos del Capital; pero quizá no sepamos todos que estamos «totalmente» en manos de ese poder. Tanto, que es él el que nos permite que tengamos una democracia parlamentaria; y nos permite que, incluso, podamos votar a un gobierno de izquierdas. Y a partir de ahí se van consiguiendo derechos. ¿Pero son derechos legítimos? ¿Son derechos inalienables que nunca podríamos perder? Sencillamente, no; son concesiones graciosas que el Capital va dejando caer para entretenernos; para que el consumo crezca y nos aburguesemos y sólo pensemos en el coche nuevo y en el piso más grande para que cada hijo tenga su dormitorio (que tienen derecho, claro) y en un perro de pura raza.
Pero un día llega un presidente iluso que se cree que ya está todo hecho y se pone a sacarse de la manga (con toda la legitimidad que su ideología le otorga) derechos que el Capital no tenía asumidos; y se inventa una Ley de la Dependencia para los minusválidos pobres; y da dinero para que no sea una carga grande tener hijos; y saca leyes para mejorar la convivencia entre los seres humanos, y quiere que se preparen a los niños en esa convivencia más que en el Catecismo obsoleto y restrictivo…Y claro: eso cómo les va a sentar bien a quienes van a tener menos beneficios por culpa de esas concesiones; cómo los que quieren seguir llevando las riendas van a permitir esos aires de libertad en las nuevas generaciones. A partir de ahí es fácil intuir qué es lo que ha pasado: empiezan a cerrarse grifos, los préstamos empiezan a ahogar…Y ahora empezamos a dar los pasitos para atrás que estamos dando, para que nos sirva todo esto de cura de humildad y sepamos los obreros que todo el monte no es orégano. Habrá varias generaciones perdidas y dentro de diez años (o los que ellos quieran) volverán a dominar todos los poderes; pues médicos, ingenieros, maestros y todos los que estén en la cúpula, serán sus hijos, que son los únicos que pudieron ser universitarios. Empezaremos de nuevo pero con menos derechos; y en la Historia quedará esto registrado como un ejercicio del egoísmo humano para que nunca más los obreros aspiremos a más de lo que los capitalistas nos quieran dar.