Mejor que pensar en qué mundo le vamos a dejar a nuestros hijos, hay que pensar en qué hijos le vamos a dejar al mundo.
Leído a Leopoldo Abadía. Profesor y escritor.
Mejor que pensar en qué mundo le vamos a dejar a nuestros hijos, hay que pensar en qué hijos le vamos a dejar al mundo.
Leído a Leopoldo Abadía. Profesor y escritor.
El amigo Miguel Ángel nos remite esta dirección para que leamos (si nos apetece) el artículo que hay detrás de ella.
http://www.quo.es/ciencia/hombre/uitimas_palabras/las_ultimas_palabras
Sé que es imposible que una lengua se mantenga inalterable; eso significaría que está muerta; pero no entiendo la manía de (sobre todo), los periodistas, de cambiarles el sentido a las palabras o utilizar otras no apropiadas, por querer sorprender a los lectores con descubrimientos más sonoros. Con palabras que, por ser más largas o antes menos utilizadas, creen que suenan mejor.
Abro esta sección en este blog para hablar de palabras que están mal usadas.
No soy lingüista, pero prometo no engañar ni equivocar a nadie.
La palabra de hoy es la que está mas de moda: “Evento”.
Este vocablo se usa actualmente para designar cualquier acontecimiento; ya sea un cumpleaños o una corrida de toros. Pero debemos tener en cuenta que “evento” es lo que ocurre sin que nadie lo prevea; lo que acontece cuando nadie lo espera. Luego una cosa perfectamente organizada, como unos juegos olímpicos o una boda, no pueden ser eventos. Son acontecimientos o espectáculos; eventos, no.
De ahí se derivan, precisamente, “eventual” y “eventualidad”.
¿Por qué nadie quiere un trabajo eventual? Pues porque no es fijo y está sujeto a la casualidad.
Los cincuenta cocineros que estuvieron en la “levantá” de Barbate, habrán comprobado in situ que para que disfrutemos de un exquisito plato, al atún hay que cercarlo, acorralarlo, clavarle un garfio, izarlo hasta la cubierta y dejarlo que muera de asfixia lentamente. Después viene el despiece.
Digo todo esto por si a alguno de ellos se le ocurre decir que hay que prohibir las corridas de toros, se acuerde de lo bien que muere el atún.
Unas letras de Enrique Villegas “pasadas” por la Censura de la época.
La primera es de un pasodoble de Los escarabajos trillizos (luego Los beatles de Cádiz) dedicado a Sofía Loren, que no podía tener hijos. Fue, como se ve, tachado entero por el censor.
Las siguientes son de tres cuplés de la misma comparsa: El primero y el segundo pasaron, pero el tercero, donde dice “tengan que hacer su caca” está tachado y debía ser sustituido por “tengan que hacer pipí”
Publicado en Diario de Cádiz.
¿Saben lo triste de esto? Pues que el que lo ha publicado, más más de media España (incluidas muchas mujeres y algunos del propio partido de la ministra), se alegran de que eso haya ocurrido así. No desean que se trate de hacer las enmiendas que hagan falta para que dicho plan se ajuste a derecho, y se pueda poner en práctica para evitar que los malos tratos entre parejas se acaben, sino que lo que prefieren es que todo continúe igual; que los hombres continúen siendo los Glen Ford y ellas las Gildas recibiendo “cachetadas por amor” y puñaladas por odio.
Todo lo que esa ministra quiere aportar es vituperado y recibido con chistes malos por una sociedad que, por lo visto, no sabe vivir sin violencia.
De siempre, cada vez que a un personaje del Carnaval se le hace una entrevista, dice las mismas cosas: que está metidos en esto por divertirse, que no se mata por un premio, que no perdería un amigo por un concurso…No conozco a nadie que diga que odia al contrincante, que declare que por un premio es capaz de cualquier cosa o que reconozca que en esto no hay amigos; nadie. Escuchándolos uno se hace siempre la misma pregunta: ¿Quiénes son los malos?
Esos mismos son los que declaran, al mismo tiempo, que en el Carnaval (quiero decir en el Concurso), hay mucha envidia, mucha malage, mucho protagonismo…Pero siempre la tienen los demás. Olvidando que somos “los demás” de los demás.
Deberíamos tener en cuenta que la envidia, la malage, la mala leche, el odio…No existen. ¿Alguien ha visto alguna vez la envidia? Puede ser que la haya sentido; pero verla, no. Lo que sí hay es personas envidiosas o malages o antipáticas o asesinas porque son cualidades humanas; y si los humanos no existiéramos no existirían ellas. Así que, si en el Concurso hay envidia y malos rollos es porque la aportamos nosotros. Que nadie piense que por denunciar está fuera de culpa. Antes de decir que estamos rodeados de maldades, preguntémonos hasta dónde somos capaces de llegar en lo bueno y en lo malo.
¡Ah! y esto se puede extrapolar a cualquier actividad y a la vida misma. Salud.
Ésta es la segunda agrupación con la que fui al Falla: Los aventureros. Primer premio del año 1972, de Antoñito Martín. De izquierda a derecha se ven: el Pinche (Caja de Paco Alba y de Los escarabajos trillizos); con guitarra y gafas, Pepe Landi (no salió más y tiene un hijo excelente periodista en La Voz de Cádiz; después, yo; a continuación, Carlos Brihuega; padre de Carli y Edu Brihuega y yerno de Eduardo Delgado; le sigue Antonio Caramé, el Piojo; una de las voces más bonitas del Carnaval y padre del otro Piojo, que todavía canta mejor que él. Detrás se ve a Jesús Monzón; padre de una dinastía; después vienen Carlos Peña y Eduardo el Cabeza, que no tienen descendencia conocida en Carnaval.
A estas alturas, no sé con qué intención escriben los novelistas; o mejor dicho: no sé qué hay que valorar de ellos. Porque si sólo tengo que valorar la historia que me quieren contar, para eso no los necesito: las historias me las invento yo.
Cada arte tiene su lenguaje; y cada lenguaje es el vehículo para que el sentimiento llegue al objetivo: la música utiliza los sonidos; la pintura, el color; la escultura, las formas; la arquitectura, los volúmenes…Y la literatura, el habla. Cuanto mejor utilice el idioma un escritor, mejor escritor será; a mí, la historia que me cuenten, si no me la cuentan con toda la belleza de la Lengua, no me interesa. Yo no puedo ser seguidor de alguien que no haga las cosas mejor que yo, porque si no, no aprendo. Si alguien al escribir utiliza adjetivos donde debería utilizar adverbios, por ejemplo, me está destrozando la Gramática. Lo mismo que si un churrero le echa sosa caústica a los churros en vez de sal, me está destrozando los churros; y mucho más si, encima, al afeárselo, me dice que ese es su estilo y que eso es lo que hay.
Si hay (y está bien que lo haya) un Código de Circulación para entendernos cuando salimos a carretera, debe haber otro para que nos entendamos y nos transmitamos sentimientos. Y mucho más en el Arte.