Stéphan Hessel fue uno de los redactores de la Declaración de los Derechos Humanos; y ahora, a sus noventa años, ha escrito un libro (Indignaos) para zamarrear las conciencias de la gente que todavía cree que el mundo tiene arreglo.
Movida por las obviedades que en ese libro se expresan, la gente ha empezado a movilizarse pidiendo otro tipo de democracia. Pero como resulta que para la Prensa en general y para los periodistas (que son muchísimos) que viven de dar opiniones en artículos y tertulias la democracia es un buen negocio, estos movimientos asustan y en seguida son tratados de Anti-sistema. Para los que nos quieren convencer de que la Democracia es un fin en sí mismo y de que nos tenemos que conformar con votar cada cuatro años, estos movimientos están de más y rápidamente son demonizados y sus componentes son metidos en el saco en el que se meten a los delincuentes, nihilistas y pasotas que no quieren votar.
Pero ellos saben que detrás de estos intentos de concienciar a la gente, están los que creen que la democracia es el medio para un mundo más justo. Los que creen que la democracia no es para que muchos cojan un cargo vitalicio. Los que creen que el sistema que tanto quieren preservar es el culpable de las desigualdades. Los que se sienten traicionados por políticos que no tienen el menor pudor al prometer mejoras que nunca llegan; por políticos sin escrúpulos que se sirven del cargo para que sólo mejoren ellos y sus familias. Detrás de esos movimientos están los que quieren una participación más directa en las gestiones y los que creen que no debemos ir de la mano de los políticos; sino ellos de la mano nuestra; que es lo natural.