Cuando
hablamos de Cádiz casi siempre hablamos de su pasado y me sorprende la poca vergüenza que tenemos para vivir de
las rentas de lo bueno que otros han hecho. A la hora de presumir no dudamos en
decir que Cádiz fue una ciudad liberal, culta, tolerante y no sé cuántas cosas
más, como si nosotros hubiéramos sido partícipes de esas bondades; como si por
el hecho de nacer aquí ya tuviéramos el derecho a hacer nuestro lo bueno de
otros tiempos.
Ya el clásico dijo que un hombre no puede darle dos buches al mismo
cubata, porque cuando da el segundo ni es el mismo cubata (le falta un buche)
ni es el mismo hombre (está un poco más borracho). ¿Cómo la Cádiz de hoy va a ser la
misma que la de hace tres siglos? ¿Cómo los gaditanos de hoy vamos a parecernos
a aquéllos? La Vida
y la Historia
nos van dejando sus huellas y las necesidades de cada momento nos hace tomar
decisiones que no tienen más remedio que hacernos distintos en cada tiempo.
Dice Sabina que la Vida
es una golondrina a la que el viento no deja volver a los nidos del pasado.
Hay, por ejemplo, defensores a ultranza de la cultura norteamericana que
para trasladarnos su admiración y convencernos de lo lindos que son los
yanquis, nos recuerdan que gracias a ellos se derrotó al nazismo; y yo pregunto
¿Son los mismos yanquis los que entraron en esa guerra que los que masacraron Vietnam
o Irak? Yo quiero pensar que no; y puedo
admirar a aquéllos y sentir desprecio por los que en Guantánamo han hecho “cocletas”
con los Derechos Humanos.
Ahora bien, si queremos presumir de lo bueno, tenemos que hacerle un
sitito a lo malo y despreciable ¿Tienen
los alemanes derecho a lucirse a costa de su esplendor cultural y no se van a
responsabilizar del Holocausto? Si
estamos para las maduras...
Lo mejor es acudir a la Historia para aprender de los fallos y de los
aciertos; con la mentalidad de hombre nuevo y responsabilizándonos sólo de lo
que hagamos nosotros. Pero como nuestros antepasados hicieron cosas buenas y
malas, si queremos cacarear algo, lo debemos asumir todo.
Aunque lejos de hablar del pasado y de presumir de lo que nosotros no
somos, deberíamos afrontar el reto de hacer una Cádiz nueva, pujante y puntera;
que no solamente el equipo de fútbol tiene derecho a estar en primera división.