martes, 22 de marzo de 2011

Viva la democracia

 

A los que en los años 70 decíamos que la democracia había que tomarla como un medio para llegar a cotas más altas de libertad y derechos, nos miraban como a gente marginal y anti-sistema. Porque para los que ya estaban entrando de lleno en la política; los que habían elaborado la Constitución y los que estaban esperando tiempos buenos para ver si conseguían un escaño, la democracia era el fin que se perseguía; era todo por lo que había que luchar. Ellos no podían o no querían entender que detrás de la democracia hay más metas y que cuando se consigue alcanzar una, nace otra; porque si el mundo no está terminado de hacer, siempre habrá necesidades humanas que intentar satisfacer. Y ahí estaba siempre la utopía: esa linternita que dirigimos al infinito buscando algún entuerto que desfacer o algo gris que colorear.

Ha pasado el tiempo y ya estamos cómodamente instalados en la gloria que buscaban los nuevos salvadores. Ya está todo hecho. Ya cualquier intento de revolución lo quieren sofocar instalando su modelo de democracia: esa que pisotea los ideales con un nuevo modelo de coche cada año y que deja entrar a inmigrantes para que veamos que hay países peores porque no gozan de nuestros gobernantes. Nos quieren hasta evitar el trabajo fatigoso de descubrir, por nosotros mismos, quiénes son los buenos, los regulares y los malos: cada vez que sale un líder en cualquier parte del mundo, los demócratas editan sus prospectos que, al modo de los que vienen en las cajas de supositorios, te dicen las propiedades, contraindicaciones y posología si la hubiera.

Pero no desesperemos de aburrimiento: lo que viene detrás es aún peor.

domingo, 20 de marzo de 2011

Fallitos sin importancia

 

Que se hable ahora de la Constitución de 1812 me parece estupendo; que se realce la forma en que se hizo es bueno para la ciudadanía para que aprendamos que en tiempos difíciles siempre hay gente dispuesta a dar la cara por su país y sus ideales. Pero me molesta que se hable de ese texto como si todo lo que hubiera escrito en él fuera excelente. Me molesta que ninguno de los intelectuales que hablan de ella haga la más mínima crítica a las cosas malas que ese articulado tenía. Parece como si fueran a ser considerados menos gaditanos si pusieran en entredicho algún artículo de dicha constitución.

Por eso yo, que no tengo ningún compromiso con nadie y no espero premios ni condecoraciones de ningún estamento, me voy a atrever a poner un par de artículos de ejemplo para que todo el mundo vea que la constitución esa, no protegía a todos por igual.

Consitución de 1812

Art. 12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.

En este primer ejemplo vemos como la sumisión de la Constitución a la Iglesia de Roma era total y prohibía que cualquier extranjero (o nacional) practicara libremente su religión porque ellos (los diputados que la dictaron) eran tan preclaros que decidieron que su religión era, perpetuamente, la única y verdadera.

Art. 92. Se requiere para ser elegido (diputado a Cortes, se supone) tener una renta anual proporcionada, procedente de bienes propios.

Y en este segundo ejemplo vemos que, como siempre, los ricos tienen más derechos que los pobres.

Son dos fallitos sin importancia, pero que si leemos el texto entero se encuentran más. ¡Ah! Y de las mujeres, como si no fueran ciudadanas.

Despedida

Espero haber tenido el tacto suficiente como para que esto te haya sabido a poco.

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