He leído varias cartas al director del Diario sobre el cura que cogieron robando y el tratamiento que ha tenido en la Prensa.
Todas se quejan de que mientras a los chorizos se les oculta el nombre y se utilizan las iniciales, al cura le han dado un tratamiento vejatorio y han publicado, incluso, su cara en una foto. También coinciden todos en decir que nunca se acuerdan de la Iglesia con las cosas buenas que hace, pero que con las malas se despachan a gusto.
Queramos o no, un cura no es como una persona corriente; como no lo es un ministro, un cantante de moda o un torero; luego si da un traspié, tendrá, como es lógico, en esta sociedad que hemos fabricado entre todos, un tratamiento distinto al resto de los mortales. Y no es que yo lo vea bien, pero como a todos nos gusta disfrutar con lo que les ocurre a los famosos; no tenemos más remedio que aceptar que es noticia que cojan a un cura robando. Pero es que, además, es propagandista de los Mandamientos; luego está mucho más obligado que los demás a no infringir ninguno.
Por otro lado, Que la Iglesia haga cosas buenas no debería ser noticia; puesto que se fundó para eso; la noticia es que haga cosas malas. Así que cada vez que un cura cometa una tropelía, saldrá en los periódicos por mucho que se enfaden los católicos.
ole tus wevos paco
ResponderEliminarEn el pueblo hebreo, el sumo sacerdote a veces recaía en un cargo político, menos mal que en nuestros tiempos esa ley ha sido abolida, porque si no, seguro que lo del tontorrón de cura este seguro que no era noticia. Saludos
ResponderEliminarTal vez, un día, amigo Paco deba ud de explicar de donde le viene este amor tan desproporcionado por la iglesia, tengo interés, de veras.
ResponderEliminarle sigo hace tiempo
No crea que es resquemor o resentimiento; es cansancio.
ResponderEliminarSoy de los que opinan que la Iglesia no debe cambiar en sus postulados; yo no quiero que evolucione porque entonces los católicos se volverían locos. Pero me cansa escuchar a los obispos decir siempre las mismas cosas; y lo que quiero es que las digan en sus templos y que la Prensa no se tenga que hacer eco de las carajotadas que dicen. ¿No cree usted?