Los autores de carnaval, los copleros gaditanos, en cuanto nos vimos rodeados de democracia, aprendimos con rapidez que las coplas se habían inventado para criticar a quienes nos gobernaban; de modo que a los primeros ayuntamientos elegidos por los ciudadanos, los miramos con lupa y les sacamos todos los defectos posibles e imposibles. Ninguno de nosotros tuvo en cuenta, por miedo a que nos acusaran de estar “vendido al poder”, que se había heredado un ayuntamiento pobre y viciado por corrupciones de cuarenta años. Así que nos pusimos a escribir “por derecho” y sin pelos en la pluma; y entre nosotros, el Diario de Cádiz y el propio Partido Socialista, que empezó a poner palos en las ruedas al carro de Carlos Díaz, favorecimos la entrada de la Derecha en el Ayuntamiento.
Ahora, la hegemonía de esta señora que nos gobierna se está haciendo eterna sin que los autores, los copleros gaditanos, hayamos dejado en la memoria colectiva apenas tres o cuatro letras críticas que merezcan la pena. Los autores “grandes” apenas pasan de puntillas por la gestión de la alcaldía; y los mediocres (es decir, la mayoría) sólo nos acordamos de ella para decirle fea; cosa que a ella le encanta porque mientras le digan eso, seguirá haciendo de Cádiz lo que a ella le dé la gana creyendo siempre que eso es lo que queremos.
Y para colmo de males políticos, caemos en desastres absolutos como dejar que la actual alcaldía se apropie del reconocimiento -y de la autoría de los proyectos, que es peor- que corresponde a los gobiernos autonómico y central. A este paso, tras la obligación de andar una hora todos los días, los médicos acabarán recomendando sacar el coco más allá de las Puertas de Tierra de vez en cuando, a ver qué pasa fuera...
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