El río inagotable
de manos que me mueven
de manos que me mueven
me empuja hacia tu cuerpo
sediento de mi peso
sediento de mi peso
y un pagaré de labios
revolotea mi cara
revolotea mi cara
y recuerda que empiezo
a vivir cada noche.
a vivir cada noche.
Es en ese momento
sublime y necesario
sublime y necesario
cuando la pena olvida
su habitual morada
y es ahí donde empiezan su habitual morada
mis veintitantos años
a exhalar primaveras
de amor y perdurables.
de amor y perdurables.
Del libro: Vida, amor y otras cosas. Paco Rosado, 1977
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