Yo, Francisco Rosado,
en nombre de la Tierra
pido que no me dejen
morir en un colchón.
Pido que no me dejen
morir entre vecinas
con sus falsas angustias
y su rosario presto
a intercalar sus cuentas
entre oración y llanto;
entre lisonja, chiste
y sorbo de café.
Yo quiero que me dejen
morir entre los míos:
los que saben vivir
mi vida paso a paso;
los que llevan el mar
clavado entre las cejas;
los que hablan con un río
y entienden su lenguaje.
Yo quiero que las olas
me sirvan de sudario:
alimentar cangrejos
perderme entre las rocas.
No quiero que cipreses
hagan sombra a mi tumba;
que aunque muerto, yo quiero
ver el sol cada día.
P. R. 1975
poeta!!
ResponderEliminarPaco, discúlpeme pero, no le parece un tanto fúnebre esto, a mi la verdad sea dicha, me gustaba más cuando escribía cositas como Los Cruzados o Los Cegatos, y es que tocar este temita me da mas miedo que una bicha a un gitano. Saludos y espero que me prometa no volver a mandarme al catre dándole a la cebolla.
ResponderEliminar