Que un padre de familia se arrastrara por un puesto de trabajo, aunque no lo apruebo llegaría a entenderlo; porque es dramático no tener qué llevar a su casa. Pero que sea un gobierno el que se arrastre, con la excusa de los puestos de trabajo y modifique leyes, permita corrupciones, prostitución y mafia y fomente el descrédito de todo un país, no debería contar con la aprobación de nadie decente. Pero se hará, seguramente, esa Ciudad del Juego en Madrid o Barcelona (que le pregunten a Esperanza Aguirre); y quedará demostrado que no hay ley que se anteponga al dinero; ni siquiera la prohibición de matar.
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