Si el bar Quilla está bien o mal situado, es cuestión de gustos. Lo malo es que si había un PGOU (Plan General de Ordenamiento Urbano) que impedía su construcción, no se debería de haber construido nunca a no ser que se pudiera cambiar la ley.
Lo que no vale nada es el compadreo: “Tú hazlo; ya lo arreglaremos nosotros”.
Yo comprendo que nos llevamos 40 años viviendo con esa forma de hacer política y que cuesta mucho quitársela de encima sobre todo si esa es la educación que hemos recibido en casa; pero hay que hacer un esfuerzo.
Porque ahora viene lo triste: ¿Y si la Justicia determinara (ojalá que no) que el bar hay que tirarlo por ilegal? ¿Y que hay que indemnizar a la propiedad o arrendatario? ¿Y que hay que pagar las costas del juicio? ¿Lo pagará quien ha metido la pata? ¿Verdad que no? Pues resulta que todas las deudas que tengo yo, las van a heredar mis hijos sin tener culpa de nada. ¿Es que yo debo cumplir la ley y un político no?
Sigo diciendo que no sé qué dirá la Justicia, ojalá todo esté en regla y que todo sea una falsa alarma; pero no podía tener un buen final un bar con forma de proa y que se llame quilla; la cultura marinera la ha tirado por tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tú no te cortes, di lo que quieras.