Creo que ya he escrito algo aquí sobre esto, pero creo necesario decir que no nos dejemos engañar.
Las instituciones que se encargan de dar bolsas de comida a los necesitados (sin que yo quiera quitarles méritos a esas personas), no ejercen, como suele resaltar la Prensa, la “solidaridad”; eso es un ejercicio de caridad cristiana.
No se pueden mezclar ambos conceptos porque entonces aprendemos que la única misión nuestra en la vida es ayudar a que los pobres coman; mientras que la solidaridad lo que nos enseña es a trabajar, cada uno como pueda, para conseguir erradicar la pobreza.
Ya está muy manido el proverbio del pobre y el pez; pero es indispensable acudir a él y recordar que lo importante es enseñar a pescar.
La caridad cristiana perpetúa al pobre porque lo necesita para sus fines; la solidaridad se ejerce para sacar al pobre del lodo.
Los solidarios de verdad no salen en los periódicos; los caritativos (Caballeros Hospitalarios, Asociación de Reyes Magos, Rastrillo y cofradías y asociaciones varias), necesitan de un megáfono para publicarse y contar lo que están haciendo.
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